AFP


Un Lula da Silva debilitado por las confesiones de uno de sus principales escuderos volverá a comparecer hoy en Curitiba (sur de Brasil) ante el juez Sergio Moro, por sospechas de que recibió sobornos de la constructora Odebrecht.

El exmandatario brasileño, de 71 años, ya fue condenado por Moro en julio a nueve años y medio de cárcel, como beneficiario de un tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) ofrecido por la constructora OAS a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.

El ícono de la izquierda puede recurrir la sentencia en libertad, pero si esta es confirmada por un tribunal de segunda instancia le será difícil evitar la cárcel, por no hablar de la impugnación de su eventual candidatura en los comicios de octubre de 2018.

Lula vive horas bajas. Su reciente gira de tres semanas por el noreste, su bastión electoral, se cerró sin haber concitado concentraciones masivas con las que podría arroparse ante un cerco judicial cada vez más estrecho.

Enfrenta actualmente cinco causas penales, aparte de aquella por la cual fue condenado en primera instancia, por cargos que van de corrupción pasiva, lavado de dinero y formación de organización delictiva a tráfico de influencias y tentativa de obstrucción a la justicia.

Pero el exlíder sindical se declara inocente y denuncia un acoso que apunta a impedir su retorno al poder y a dar un golpe de gracia a su formación política, el Partido de los Trabajadores (PT).